Planificar tu vida como un proyecto: los aprendizajes de todo PMP®
Aplicar los principios del PMI® a la vida personal no es exagerado; es sabio. Planificar, ejecutar, controlar y cerrar son etapas que todos vivimos, tanto en nuestros proyectos como en nuestras metas personales.
El verdadero secreto está en hacerlo con propósito, visión y método.
Mariana y el proyecto más importante: su vida
Mariana siempre había admirado a los expertos en gerencia de proyectos.
Veía cómo hablaban de cronogramas, riesgos, entregables y tableros de control con la misma seguridad con la que otros hablan de recetas o deportes.
El 1 de enero de 2025 decidió aplicar esos mismos principios a su vida. Se propuso tres metas muy claras:
- Cambiar de trabajo y avanzar hacia un rol con más liderazgo.
- Recuperar su rutina de ejercicio y equilibrio personal.
- Prepararse para la certificación PMP®, la credencial que siempre soñó obtener.
Pero como ocurre con muchos proyectos, el entusiasmo inicial duró poco.
En marzo, Mariana tenía más tareas que enfoque.
Su lista de pendientes crecía, pero sus resultados no…Se sentía agotada, abrumada y sin claridad.
“Mi vida se había convertido en un backlog infinito sin priorización”, fue lo que pensó.
El problema: una mala gestión de su propio proyecto
Mariana cayó en un error muy común tanto en la vida como en la gerencia de proyectos: confundir actividad con progreso.
Quería hacerlo todo a la vez, sin un orden, sin una visión clara de cómo cada esfuerzo se conectaba con su propósito mayor.
Su cronograma personal era irreal, y sus objetivos no eran medibles.
De hecho, su principal causa raíz fue no separar los deseos (lo que quería) de los objetivos medibles (lo que podía lograr con acciones concretas y fechas realistas).
Ese fue el punto de inflexión
Mariana decidió dejar de improvisar y empezó a tratar su vida como un proyecto formal, aplicando lo que estaba aprendiendo en su preparación para la certificación PMP®.
El Playbook de Mariana: cómo aplicó la gerencia de proyectos a su vida
A continuación, te compartimos los seis pasos clave que le permitieron reestructurar su año y reencontrar el enfoque; Cada uno es una lección que todo profesional —dentro o fuera de la oficina— puede aplicar.
- Definió su propósito y construyó su visión
Todo experto en gerencia de proyectos sabe que ningún plan tiene sentido sin un propósito… En la vida pasa igual.
Mariana empezó por escribir su visión personal, una declaración simple pero poderosa: “Quiero vivir con equilibrio, liderar con impacto y seguir creciendo como profesional certificada en gestión de proyectos.”
Ese fue su enunciado de alcance personal. Definió lo que sí y lo que no haría ese año. Así evitó caer en la trampa de asumir todo lo que aparecía como urgente.
Acciones concretas que tomó:
- Escribió su visión y la colocó visible en su espacio de trabajo.
- Identificó sus tres ejes principales: carrera, bienestar y aprendizaje.
- Se hizo una pregunta clave cada mañana: “¿Esto contribuye a mi propósito o solo me mantiene ocupada?”
Esa claridad se convirtió en su brújula diaria.
- Estableció entregables realistas y objetivos clave
Uno de los principios del PMBOK® —la guía base de la certificación PMP®— es que un proyecto exitoso tiene entregables concretos y medibles.
Mariana aplicó ese mismo principio a su vida: en lugar de metas vagas como “hacer ejercicio” o “estudiar más”, las transformó en entregables reales:
- “Entrenar tres veces por semana durante 30 minutos.”
- “Terminar el módulo 1 del curso PMP® antes del 15 de marzo.”
- “Actualizar mi hoja de vida y aplicar a tres vacantes antes del 30 de abril.”
Acciones concretas que tomó:
- Usó el método SMART (específico, medible, alcanzable, relevante y con tiempo definido).
- Priorizó un máximo de tres entregables activos a la vez, para evitar la dispersión.
- Asoció cada objetivo con una métrica clara: horas de estudio, número de vacantes enviadas, frecuencia de entrenamiento.
El resultado fue una sensación inmediata de control y claridad.
- Diseñó un cronograma personal y se comprometió con él
En gerencia de proyectos, un cronograma sin seguimiento es una simple lista de deseos. Por eso Mariana decidió diseñar un cronograma personal con hitos semanales. No usó una app sofisticada, sino una hoja de cálculo con tres columnas: Objetivo – Fecha – Responsable (ella misma).
Cada domingo dedicaba 30 minutos a revisar sus avances y reprogramar cuando era necesario. Dejó de castigarse por los retrasos y empezó a verlos como parte natural del proceso de aprendizaje.
Acciones concretas que tomó:
- Bloqueó tiempos fijos de estudio para su curso de preparación PMP®.
- Usó colores para identificar tareas críticas (rojo), pendientes (amarillo) y completadas (verde).
- Incorporó descansos obligatorios para no agotar su “presupuesto de energía”.
Con el tiempo, este simple ejercicio la ayudó a fortalecer su disciplina y a reconectar con su propósito.
- Midió su valor ganado personal cada semana
En el mundo de la gestión de proyectos, se habla mucho del Earned Value Management (EVM) —la técnica de medición de valor ganado. Mariana la aplicó a su vida de forma creativa. Cada semana se preguntaba: “¿Estoy más cerca de mi propósito o solo más ocupada?”
Creó una tabla de autoevaluación simple con tres columnas:
- Logros de la semana (valor ganado).
- Desvíos o lecciones (valor planificado no alcanzado).
- Ajustes o mejoras (acciones correctivas).
Acciones concretas que tomó:
- Asignó porcentajes de avance a cada meta: “50% completado”, “en riesgo”, “en pausa”.
- Celebró sus pequeños avances con la misma importancia que un gran entregable.
- Aprendió a reportarse a sí misma con objetividad, sin excusas.
Ese hábito de medición la ayudó a entender que progresar no es avanzar perfecto, sino avanzar consciente.
- Reestructuró su backlog y gestionó sus riesgos personales
En todo proyecto existen riesgos; en la vida también. Mariana identificó cuáles eran los suyos: distracciones digitales, falta de sueño y exceso de compromisos.
Los anotó, los priorizó y les asignó “planes de mitigación”. Por ejemplo, estableció una “ventana de silencio digital” entre 8:00 p.m. y 7:00 a.m., y aprendió a decir que no a reuniones sin propósito.
Acciones concretas que tomó:
- Creó una lista de tareas “en espera” para evitar saturarse.
- Estableció límites de tiempo para redes sociales.
- Aplicó el principio de “Stop the bleeding” de la gestión ágil: detener lo que drena valor antes de continuar.
Ese cambio no solo mejoró su productividad, sino también su bienestar mental.
- Cerró cada proyecto con una reflexión y una lección aprendida
En la certificación PMP®, uno de los momentos más valiosos de un proyecto es su cierre formal, cuando se documentan las lecciones aprendidas.
Mariana hizo lo mismo con sus proyectos personales. Cada vez que lograba una meta —grande o pequeña—, se regalaba una tarde de reflexión y escribía tres respuestas simples:
- ¿Qué aprendí?
- ¿Qué repetiría?
- ¿Qué cambiaría la próxima vez?
Acciones concretas que tomó:
- Mantuvo un diario digital de aprendizajes semanales.
- Compartió algunos logros con su grupo de estudio PMP®, reforzando su red de apoyo.
- Convirtió los errores en contenido de aprendizaje para los demás.
Así cerraba sus “proyectos” personales, celebrando el proceso más que el resultado.
Los resultados de aplicar la gerencia de proyectos a su vida
Al terminar el 2025, Mariana no había cumplido todas sus metas iniciales, pero logró algo mucho más valioso: disciplina, claridad y propósito.
Había aprobado su curso de certificación PMP®, conseguido un nuevo empleo alineado a sus valores y mantenido una rutina de ejercicio constante.
Más importante aún, había entendido que la vida no se trata de cumplir todos los planes, sino de saber adaptarlos.
Hoy Mariana forma parte de una comunidad creciente de profesionales en gestión de proyectos que aplican los principios del PMI® no solo en sus organizaciones, sino en su día a día.
Su historia demuestra que los verdaderos expertos en gerencia de proyectos no solo gestionan cronogramas; también gestionan emociones, energía, prioridades y propósito.
Reflexión final
En la vida, como en los proyectos, el éxito no se mide por cumplir el plan al pie de la letra, sino por aprender a adaptarse cada vez que el entorno cambia.
Planificar con propósito, medir con criterio y actuar con enfoque son habilidades que se entrenan… y que transforman la forma en que lideramos.
Si tú también sientes que es momento de gestionar tu vida como el proyecto más importante, te invitamos a descubrir el valor de formarte con los programas oficiales de Grupo Souza y el PMI®.
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